sábado, 16 de abril de 2011

Los 90 de Monseñor Roberto

8 de mayo de 1988
Mons. Roberto recibe en Melo a Su Santidad Juan Pablo II


Las raíces

Tres familias procedentes de España, los Cáceres, los González y los Cabrera, y una familia originaria de Italia, los Casella, se unieron para que un descendiente suyo fuera Obispo de la Diócesis de Melo.
Roberto Cáceres González nació el 16 de abril de 1921 en Buenos Aires, aunque como hijo de uruguayos conserva la nacionalidad de sus padres.
Es el hijo mayor de un matrimonio de floridenses: Rómulo Cáceres y Teresa González. Luego de él, también en Buenos Aires, nació Amelia. Posteriormente, la familia se traslada a Córdoba y allí nace Lidia y, finalmente, de regreso en Uruguay en la propia Florida nace el menor de los Cáceres González, Carlos.
Rómulo Cáceres Cabrera era hijo de una familia que tenía un establecimiento rural en Florida y es descendiente directo del caudillo Carmelo Cabrera.
Rómulo se inclinó por la fotografía y con ella sostuvo a su familia.
Teresa González Casella era descendiente directa de los inmigrantes que llevaron a Florida, desde una pequeña población de Italia, la imagen de San Cono, que se convirtió con el tiempo en el centro de una de las manifestaciones populares más tradicionales de Uruguay.
Teresa se casó muy joven con Rómulo y lo que Roberto recuerda más de de sus padres fue el amor que se tenían, manifestado diariamente en pequeños gestos. Teresa esperaba a su esposo en la puerta a su regreso del trabajo, convirtiendo ese acontecer cotidiano en un acontecimiento. "Cómo se quieren tus papás", le decía a Roberto una vecina, en Córdoba.

La vocación

Roberto y su familia permanecen poco menos de seis años en Buenos Aires. Pequeño como era, Roberto aprovecha la circunstancia de que vivían en un edificio cuya planta baja era un cine, para cultivar su amor por la música... Eran los tiempos del cine mudo, al que aportaba sonido el piano o la orquesta. Esa música lo atraía y más de una vez su mamá lo fue a buscar cuando se quedaba más allá del horario prudente, atrapado por las melodías.
Desde pequeño su familia buscó para él una educación católica. Su abuela, que vivió con ellos en Buenos Aires iba todos los días a Misa... en una de esas ocasiones, es atropellada por un vehículo y fallece. "Yo creo que mi vocación se debe a la intercesión de mi abuela Claudina que tan cristiana fue. En su vida de maestra en Florida, y en su muerte -santa para mí- yendo a Misa", recuerda Mons. Roberto.

El Seminario

En 1919 la familia retorna a Florida. Allí Roberto termina la escuela y cuando está pronto para el Liceo, surge la idea del Seminario. Sus padres deciden irse a vivir a Montevideo, lo que facilita su ingreso al Seminario Menor, el 1º de marzo de 1934. Allí cursó los "cinco años de latín", correspondientes al Liceo.
Luego, el paso al Seminario Mayor: tres años de Filosofía y cuatro de Teología.
Rómulo, su padre, fallece cuando sólo contaba 38 años. La muerte del padre acrecienta los lazos de la familia Cáceres González.

La Ordenación

El 15 de julio de 1945, la Catedral de Montevideo se engalanó para la celebración de la ordenación sacerdotal de Roberto Cáceres y cuatro de sus compañeros, entre ellos Haroldo Ponce de León. Una semana después era ordenado en Mercedes Marcelo Mendiharat.
Los primeros pasos en el ministerio
Canelones fue su primer destino, donde llegó el 6 de noviembre de 1945, como teniente cura del P. Augusto Viva.
Luego de un año y unos meses, fue trasladado a Paso Molino, en Montevideo, donde era párroco el P. Oscar Andrade.
El 31 de diciembre de 1949 fue creada la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y San Eugenio (La Cruz de Carrasco) y Roberto Cáceres es designado como su primer cura párroco.

Obispo de Melo

Allí permanecerá hasta que, el 2 de enero de 1962, es nombrado Obispo de Melo. Llegará a Cerro Largo y Treinta y Tres el 19 de marzo siguiente, para recibir la ordenación episcopal y asumir la conducción de esta diócesis, que lo tendrá como su Pastor hasta su retiro el 23 de abril de 1996.
¿Retiro? En realidad, como Obispo emérito ha continuado - y sigue - desarrollando una incansable actividad, celebrando la Eucaristía, manteniendo varios programas de radio, anunciando, siempre el Evangelio, tarea irrenunciable del discípulo de Jesús.

(Extractado del libro Sembró ayer... hoy seguimos cosechando.
Enfoques de la vida de Mons. Roberto Cáceres
)

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